Aún están por ahí rodando la cabezas y torsos del artista germano-polaco. Por iniciativa de la Obra Social de la Caixa nuestros ojos enfrentaron la experiencia de reverenciar el arte descomunal de este escultor, heredero de la mejor tradición artística de sus países de origen.
Trozos enormes. Cada figura, incluso desde sus formas cercenadas y sus escalas imposibles, parece botín de galera. Fino humor con que mirar la desmesurada pobreza de la grandeza.