En la Plaça de la Llana 7, Jennifer Callahan y Miquel Saurina decidieron abrir su proyecto Persones Llanes. Dos culturas diferentes, la americana de ella y la catalana de él, más el afán de unir voluntades en torno al arte del tricolage. Allí, en su tienda-taller, reciben a una cada vez más creciente comunidad de jóvenes de ambos sexos interesados en asumir ellos mismos la creación de sus prendas de punto. Es una tendencia de los nuevos tiempos, frente a la estandarización del mercado: artes manuales, sello personal.Son muchas las ventajas de dedicarse a una actividad como esta. No sólo se desarrolla la chispa creativa, se impulsa la habilidad de expresión estética, sino que también a nivel de psicoterapia, pues requiere concentrarse e hilvanar, a la vez que texturas, pensamientos coherentes mientras se labora.
Además, pueden adquirirse accesorios y materias primas para dedicarse a la producción del punto. De todas partes del mundo, sobre todo del tercero, y así se hace fairtrade.
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