Sorprendiendo a los lugareños, este otoño Berlín lució sus mejores luces. Evento que al parecer fue efímero, y quizás las autoridades terminen comprando a los artistas e ingenieros que diseñaron los distintos programas que bañaron de luz y color a monumentos, iglesias, torres y edificios, como celofán que envuelvió la ciudad. A los de allí se les veía contentos, con cámaras y trípodes recogiendo una fisonomía que aún no les era familiar.